MIÉRCOLES, 9 DE NOVIEMBRE DE 2016
Cuando Piñerita
estuvo seguro, muy seguro, pero absolutamente seguro de que todas las encuestas
daban de ganadora a Hillary, le dio duro a Trump y se subió al carro de la
victoria de ella a última hora, dándole su público apoyo (“La Segunda, 07.11).
“¡Hélas!” Perdió.
La izquierda y la
DC, por supuesto, habían repudiado y vituperado a Trump en todos los tonos y,
por tanto, la derecha chilena, la misma que “tomó distancia” de Pinochet apenas
compró las consignas lanzadas por el KGB y los comunistas locales (“si hubiera
sabido, habría votado ‘No’”, dijo Lavín en los ’90), también se sumaba a la
condena a Trump.
Pasó algo parecido cuando se trataba
de elegir Papa a Benedicto, un cabal hombre de derecha, y una connotada
intelectual “del sector” me decía: “¡Supongo que no estarás con Ratzinger!”
(Benedicto). Suponía mal. Y Ratzinger fue Papa.
Y también lo mismo que cuando otra
adalid de derecha me fulminó con un “¡Supongo que no estarás con Bush!”, cuando
yo, y casi nadie más acá, sí estaba con él. Y Bush ganó a Kerry.
Bueno, ahora
viene la “gran vuelta de chaqueta” nacional. Comenzando por Piñerita, que ya ha
empezado a decir cosas favorables a Trump. Y siguiendo con Michelle Bachelet,
que se anticipó a bendecir el triunfo de Hillary cuando ésta parecía tenerlo
asegurado.
La victoria de
Trump equivale a que acá se hubiera presentado el general Pinochet y hubiera
ganado. ¿Y qué es lo más notable de ese triunfo? Que ha ido a votar más gente.
¿Qué indujo a ese contingente extra a acudir a las urnas? Un mensaje: “yo voy a
sacar el poder de manos de los políticos tradicionales de Washington D.C.”
¿Por qué en Chile
no va a votar el 65 por ciento de la gente que podría hacerlo? Porque una gran
parte sabe que no tiene manera de sacar el poder de manos de los políticos, que
por añadidura son, en su mayoría, los peores, es decir, los que están a la
izquierda y los que a cada rato arrancan hacia la izquierda.
En los EE. UU. Se presentó Trump, un
personaje atípico que dijo que él iba a sacar el poder de manos de Washington
D.C. Por supuesto, en Washington D.C. el 90 por ciento votó por Hillary y sólo
el 4 por ciento por él. Pero en el resto del país ganó, sorprendiendo una vez
más al mundo, que ha venido de sorpresa en sorpresa con las derrotas del punto
de vista “políticamente correcto”.
Lo que sucede es
que la gente corriente, cuando es encuestada, tiene miedo de pronunciarse
contra el “establishment” político que tiene el control de todo, y no
contesta la verdad. Por eso en las encuestas se declararon mayoritariamente
contra el Brexit y a favor del acuerdo de paz en Colombia. Mucha gente tenía
miedo de que el encuestador “se enojara”. Pero triunfó el Brexit y fue
derrotado el acuerdo de paz en Colombia, porque la gente vota como quiere
aunque no se atreva a decir lo que piensa.
Sería lo mismo que si en Chile se le
preguntara a la gente si votaría a favor de un monumento a Pinochet. Casi nadie
se atrevería a decir que sí. Pero cuando murió en 2006, las filas de gente en
Américo Vespucio esperando ver sus restos en la Escuela Militar llegaban hasta
la Av. Colón. Me lo contó una vendedora de habas y espárragos de una esquina,
que cuando terminó de vender su mercadería al anochecer se fue a la fila para
ver a “su general”, cosa que logró a la una de la madrugada.
La vergonzosa “vuelta de chaqueta”
registrada en Chile desde 1990, cuyo rasgo más reciente y deshonroso es la
prisión ilegal en estos días del coronel Labbé por hechos en los que no tuvo
participación alguna, y si la hubiera tenido, que están prescritos y
amnistiados, se va a reeditar ahora con las “nuevas opiniones” sobre Donald
Trump que todos van a empezar a emitir cuidadosamente maquilladas, como
las que Piñerita ya está expresando, tras haberse apresuradamente bajado del
carro de la derrota de Hillary al cual se subió a última hora creyendo que era
el de la victoria.
Yo sólo les digo
a los dirigentes “políticamente correctos”, que se sienten dueños de los
medios, de la escena electoral y del futuro, siéndolo sólo de los primeros: tengan
cuidado con que pueda surgir alguien no-tradicional, que motive a gran parte
del 65 por ciento que hoy no va a votar, a salir de su abstención e ir a las
urnas. Lo hará si surge un personaje que prometa creíblemente barrer con todos
ustedes.
“La escoba”
triunfó una vez hace 64 años, prometiendo lo mismo. El general Ibáñez no barrió
con ella como había prometido hacerlo. Pero podría llegar otro al cual el
pueblo le volviera a creer, como el norteamericano le ha creído a Trump, que si
supiera algo de Chile se estaría riendo a estas alturas de la “vuelta de
chaqueta general” que se está gestando acá a su respecto, encabezada por
Piñerita, para “sacar la pata”, hacer olvidar su apoyo a Hillary y
bienquistarse con él.
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